domingo, 9 de marzo de 2008

Introducción

T'was the boldest move he ever made...

I wanna be a writer!
I wanna start a rage!

Me desperté a las 10 am con un dolor menor de barriga, suficiente para interrumpir el sueño, por unas pizzas de espinaca que ingerí antes de dormir. Nada de emergencia ni pepto bismol. Se curó con virar la almohada babiada y un estirón. A las 11 am aproximadamente, salí de la cama para usar el baño; me lavé las manos y la boca; escupí. A las 12, estaba bien bellaco y me vine en mi sueño; me cambié el pantalón. A las 1 pm decidí que ya era suficiente. Había quedado en algo con alguien entre esas horas de 12 a 2 pm. Lo llamo; no contesta. Llamo otra vez; no contesta.

Me lavo los dientes: el lado izquierdo, el lado derecho, el medio y la lengua; todo en movimiento circular, no lineal. Eso me lo dijo el hijo de un dentista en el baño de la universidad cuando estudiaba fuera. Vuelvo a llamar y nada. Ya me sé la grabadora de memoria.

Me entra la desesperación. Hoy es un buen día para entrar en batalla. La casa está tomada por el resto de mi familia. Mi papá no pudo arreglar la ventana del jetta porque había mucha fila en el mecánico: dicho por mi madre, así que tal vez es paquete, una mentirita de esas de ella. Abajo resuena easy-listening, una voz femenina, un bossa/jazz; mi papa no cambia, y bueno, seguro yo haré lo mismo, hasta con las mismas bocinas que seguro él me regale porque por ahora no me veo graduado ni trabajando ni con vivienda propia ni familia. Eso añade a la desesperación.

En mi cuarto no hay espacio para encaminar, sí para encaramar; hay ciertos lugares designados para sentarse o quedarse parado. Monté la batería y lo ocupa todo. Más mi cama, mi mesa de noche, dos sillas, más un escritorio lleno de cd cases, la mayoría vacíos; una computadora dinosaurio, un printer sin tinta, unas bocinas, y justo al lado, dos muebles aun más repletos de cds, libros, dvds, vhs, trofeos, una colección de memorabilia deportiva, diccionarios, revistas, fotografías enmarcadas, ropa semi-limpia (la universidad enseña a reciclar), mierda, mierda y más mierda al estilo de la era Victoriana; porquería, chucherías que nadie usa, que nadie compraría, y que nadie atreve botar.

Mi closet se quebró. Un día se cayó por el peso de unas cajas (ó quizás por decisión propia) que siguen cerradas ocupando espacio en el piso. Son de esas cosas que se hablan pero nunca nos ha dado por componerla. Es un trabajo muy incómodo.

Algo que verdaderamente me molesta son los shoulder nipples: el efecto por causa de colgar camisas en percheros cuales medida es menor que lo largo de la camisa y por obra de la gravedad quedan las puntas del perchero forjadas en la camisa creando unas burbujas que parecen pezones en los hombros. Esa mierda. Siempre hay algo, un detallito, una imperfección que jode.

Me llamó otro pana para conseguir marijuana, pero no tengo dinero ni carro, y estoy quitao; otra parte de la desesperación.

Bajo las escaleras de mi townhouse a desayunar. Me sirvo agua filtrada en un vaso que todavía tiene pedacitos de oreo pegao de anoche y me como un pedazo de chocolate blanco. Hay pizza pero no tengo ese hambre. Tengo ganas de una piragua de uva ó una batida de papaya con canela ó una de cookies and cream, bien frío. Y la verdá es que tengo ganas de fumar; no por la nota, aún que un poco, pero no, es más por el hecho de quemar. Me da paciencia, para caer en tiempo. Y el humo se vé cool a través de la luz.

Hoy escribí un poema, llené una página de ensayo, empecé el prólogo de una novela, terminé el borrador de un cuento; compuse el coro de una canción en guitarra, bajo, batería y la voz. Sin embargo, tengo la misma desesperación.